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El niño criado por una manada de lobos

Fabula.

Había una vez, en un denso bosque rodeado de montañas, un niño llamado Kael que fue criado por lobos. Su historia comenzó una noche de tormenta, cuando una manada de lobos grises descubrió una pequeña canasta junto al río. Dentro de ella, un bebé lloraba suavemente. La loba alfa, llamada Luna, sintió un instinto protector hacia él y decidió llevarlo a la cueva de la manada.


El niño criado por una manada de lobos

A pesar de las dudas de otros lobos, Kael creció entre ellos. Aprendió a caminar observando a los cachorros, a cazar corriendo tras ellos, y a comunicarse a través de sonidos y gestos. Luna lo cuidaba como a uno de los suyos, mientras el lobo beta, Garuk, le enseñaba las reglas del bosque: cómo evitar a los humanos, reconocer el olor del peligro y entender el equilibrio de la naturaleza.


Con el tiempo, Kael se convirtió en un joven fuerte y ágil, capaz de correr tan rápido como los lobos y trepar árboles con destreza. Su corazón pertenecía a la manada, pero también sentía curiosidad por el mundo más allá del bosque. Un día, mientras exploraba cerca de un claro, encontró a un grupo de humanos que habían acampado. Sus voces y herramientas despertaron algo dormido en su memoria.


Kael observó desde la distancia, fascinado y asustado a la vez. Uno de los humanos, una joven llamada Alina, lo descubrió y le ofreció comida. Aunque al principio desconfió, poco a poco empezó a acercarse a ella. Alina se dio cuenta de que Kael no era como los demás niños: su mirada era salvaje y su lenguaje incomprensible.


Con paciencia, Alina le enseñó palabras humanas y le mostró objetos que nunca había visto. Kael, por su parte, la llevó al corazón del bosque y le presentó a Luna y a la manada.


Aunque los lobos estaban recelosos, Luna confió en Kael y aceptó la presencia de Alina.

Con el tiempo, Kael enfrentó una decisión difícil: permanecer con los lobos que lo habían criado o explorar el mundo humano. Comprendió que podía pertenecer a ambos mundos. Decidió ser un puente entre ellos, protegiendo el bosque de quienes lo dañarían y enseñando a los humanos a respetar la naturaleza.



Kael nunca olvidó su vida con los lobos ni las lecciones que Luna le enseñó. En su corazón, siempre sería parte de la manada, un niño del bosque que corrió con los lobos bajo la luz de la luna.


El niño criado por una manada de lobos


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